13.5.12

Una Flor Para El Ermitaño



Para la dama sin nombre que me ha visitado por años,
y a quien amaría si tan solo viviera fuera de mis sueños…


Mariana Cascada, te soñé pero no existes.
Y en carretera acantilada, que fue testigo de mi espera,
Entre años regresaste, pero igual te fuiste.

En los tejados polvorientos, de las ciudades sin nombre,
Me parece verte; pero escondes tu rostro,
Como siempre entre espadas, tan filosas como dientes.

Mariana Cascada, a quien solo el agua de lluvia baña,
Con quien sueño cada otoño, y a quien cada año pierdo
A la falda al pie de una montaña.

Y te persigo. Y corro. Y por ti vuelo; y luego despierto.
Y me parece verte atada en  telarañas.
Y te libero, y una vez más te me escapas,
En el castillo de mi cuerpo, donde habitas como herida
Que no sangra, que no sangra.

Ya no me mires así, Mariana Cascada;
 Que lo nuestro ha sido abstracto como el viento mismo.
Pero cambiaria hoy lo que no tengo,
Por un instante en las garras de tu abismo.

Y cuando caiga, sobre una flor, al pie de tu montaña;
Ahí me quedaré, y no despertaré.
Y ermitaño pasaré los años en tu sueño,
Donde habitas como herida;
Que no me daña.  Que no me daña.
___________________________________

No comments:

Post a Comment